Duelo
El proceso de duelo es tan complicado como la resistencia de asimilar la ausencia física, difícilmente las sensaciones recibidas del exterior son apreciadas por los cinco sentidos, es un estado inconsciente entre el ayer y el presente, la indiferencia entre lo lógico y la sensibilidad de nuestros sentimientos, las mil y un interrogantes emanadas de la mente pero confusas de comprender no por su complejidad sino por el arrebato de una parte de sí.
Aún siendo adultos, el caparazón de la cerrazón se filtra en las múltiples aseveraciones detonantes para superar la pérdida. Se mira sin observar, se platica sin comunicar, se da atención sin escuchar, se siente sin disimular pero con el paso del tiempo, la compañía de los otros reducen la nostalgia y la carga en los hombros es menor, las emociones encontradas son sopesadas mientras se va asimilando el proceso de duelo.
Desde la fase de negación hasta el irremediable pero necesario momento de aceptación la presencia de familiares y amigos son factibles en la pesadez de las emociones y solo entonces sabremos que la vida trasciende más allá de un cuerpo porque somos reflejo de las acciones cometidas y entrelazadas hasta la perpetuidad.